SUPREMA CREACIÓN
¡Con ternura lo creó en santidad!
lo hizo casto, perfecto,
su deleite, su claridad!
Inocencia y virtud
fue el adorno de Adán.
Cual un niño lo rodeó de placeres
¡Cuánta piedad!
manjares a su diestra,
árboles exquisitos,
todo un edén para amar.
Y ya Eva habitaba
el pensamiento de Dios,
guardada en el cofre de sus piedades,
en el fuego de su corazón.
Mas Adán recorría el huerto
y el Padre le encargó una misión:
Ponerle nombre a cada uno
de los animales, todos por parejas.
Pero el hombre estaba solo
y Dios tuvo de él compasión.
Una mañana, la tristeza
cual un oscuro velo
cayó sobre Adán.
Y la mano del Creador
lo sumió en profundo sueño.
Le era necesaria una ayuda idónea,
hueso de sus huesos
una fiel compañera;
y con un soplo divino en silencio
una costilla le quedó descubierta.
Formó el Señor a Eva,
y se la entregó en secreto.
Varona te llamarás
porque del varón fuiste formada,
¡oh, mujer de Adán!
Y así fue la suprema creación
de la Divinidad.
Dos seres muy amados por el Señor
para toda la eternidad.
INGRID ZETTERBERG
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