GUERRERO INVENCIBLE
Tú vienes hacia mí
desde lejanas auroras,
mi Señor y Dueño;
blanco y rubio
con tus cabellos rociados
de gemas.
Un coro de serafines
escolta tu hermosura.
Mariposas de la noche
de azul terciopelo
distraen tus miradas
de cielo.
Ecos de luz
adornan tus vestiduras;
y relampaguean
en el bosque brumoso
las estrellas de tus ojos.
Oro en polvo
va cayendo ante tus pisadas
de guerrero invencible,
de gran Maestro;
oh mi Cristo amado
tu espada refulgente
pasea el universo.
Escuadrones de ángeles
te acompañan por el sendero
mientras el aroma
de tu presencia se aproxima
hasta mi alma que te adora.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado
Señor Jesucristo
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