LA VISIÓN
Ven
en esta hora callada.
Tú eres mi único bien
inalterable,
del cual nunca
estaré saciada.
Aleja de mí
ese mal sabor
de ajenas
y oscuras palabras.
Que alumbre mi casa
tu lámpara admirable.
Esta casa
sellada en un cofre
por tus manos
deseables y mías.
Ven
en esta hora cerrada,
a mi casa guarecida
entre los pliegues
de tu blanca túnica.
Visión amada,
que mi alma no olvida.
INGRID ZETTERBERG
A mi amado Señor
Jesucristo, mi salud y bien
No hay comentarios.:
Publicar un comentario