TU MIRAR
Cansado y anhelante
te acercaste a la fuente
cristalina,
y removiste el agua
con tus manos.
Yo estaba cerca de ti,
y al instante supe
que eras tú,
mi bienamado.
Me miraste luego
y se inflamó mi alma.
Traías escondida
el ansia,
y yo me bebí tu luz
y tu mirada,
y nunca más de mí
supe nada.
INGRID ZETTERBERG
A mi amado Jesús
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