LA MANSIÓN DE AMOR
He sido invitada
a la fiesta de la vida.
La cena de los frutos dulces
Dios creó para mí.
Injertada he sido
en la serena cuesta empinada
que conduce a la mansión
donde reina el amor.
Anhelo los panes repartidos,
anhelo el agridulce sabor
de la copa fiel.
Inmersa va mi alma por la senda,
que conduce a tu soberana puerta,
a tus eternos cristales,
y en todos los rincones voy buscando
un rastro de tu acento y tu voz.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado
Señor Jesucristo
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