MI NOVIO ETERNO
Ya no rondas mi halo ensombrecido
lucero de mis añejas mañanas,
que te quedaste con tu duelo en el camino.
Ya no estás como antes confesándome secretos,
mi novio eterno.
Dicen que te han visto por los parques
arrastrando tu soledad,
esperando a tu linaje escogido
que ya no va en tu búsqueda.
Oh ingratos hijos
por quienes entregaste toda tu sangre,
no rescatan más tu presencia
en alguna alabanza.
De la oración se ausentaron
y le dieron la espalda
a tu tierno llamado.
Eres tú mi primer amor
escondido en los escombros
de mi alma enferma de ausencia.
Allá en la montaña seguirá mi voz
clamando por tu piedad.
Quiero volver a tus misterios,
a tu dolor que me hablaba,
oh flor del mediodía,
inocente y manso clavel;
te azotaron los vientos
y la indiferencia de los tuyos,
holló tus sagrados pétalos
tu blanca hermosura,
y diáfana esperanza.
Hasta ahora el cilicio de tu alma
se refleja en la aspereza de tus vestiduras,
por los pecados de tu pueblo,
oh Santo Maestro,
muchos han olvidado tu triunfo
sobre el imperio de la muerte,
andan ciegos, caminando a tientas;
porque cambiaron tu luz de amor
por las amargas tinieblas.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a mi amado
Señor Jesucristo
De mi poemario
"Nuestro huerto de música y versos"
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