ANCLADA
Ven amigo,
de grana y oro.
Tú aún eres
el mismo,
nítido pastor.
Estoy consumida
hasta las sienes
de las mañanas
eternas
con la misma
esencia azul.
¡Soledad imponente!
¡Cuánto tardas
visitador!
Y la mala hierba
se alza
entre el humano hastío.
Y mi pena
anclada
en mitad del otoño,
ya no sabe que decirle
a tu tardanza.
INGRID ZETTERBERG
A mi amado Señor Jesús
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