ATREVIMIENTO DICHOSO
Aquella tarde inolvidable
caía el aguacero.
Corría el mes de Marzo
y rugía poderoso el trueno.
Lejana tarde de verano,
aún la guardo en mi recuerdo.
Y me atreví de pronto
a cruzar el sendero.
Mi alma iba sedienta
de las celestes aguas
que vertían su misterio
sobre mi faz
y el camino curvo de mi huerto.
Tarde de lluvia
que jamás ha vuelto
con su música
a hablarme en secreto.
Pero salí a empaparme
en sus aguas vespertinas,
y tuve una experiencia hermosa
por la gracia divina.
De pronto avisté un arco iris
muy cerca de mi huerto
y me envolvió el amor de Dios
desde el alto cielo.
Y supe que el Señor me ama
con piedad
e irresistible anhelo.
¡Dichosa mi alma
que se atrevió aquella tarde
a disfrutar del aguacero!
INGRID ZETTERBERG
(En recuerdo de la primera vez
que sentí que el amor de Dios
es irresistible para mí)
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