¡RESUCITASTE!
Amado,
yo te vi en tu sueño.
Ya dormías
con tu cuerpo lacerado.
Tu extraña palidez
alumbraba
el recinto.
Tu rostro apacible,
tus párpados cerrados.
Y en tu paz habitaba
todo el amor.
Adoro tus manos
sobre tu pecho
horadadas,
porque tu vida santa
había sido
ofrendada,
para darle a mi alma
la eternidad.
Amado,
mis ojos han visto
la tumba del jardín
rodeada de hiedras
que silenciosas crecen.
Los siglos no pudieron
llevarse el recuerdo
de tu llagado
cuerpo
que fue guardado allí.
Inocente eres
mi amado,
el de la muerte oprobiosa,
el de la agonía cruel.
Una piedra colocaron
grande, maciza
para cubrir de oscuridad
tu sueño de tres días,
y no pudieron retenerte
ni las potestades
del infierno
ni la muerte;
porque triunfaste
sobre todo.
Y Soberano y Glorioso,
resucitaste.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado
Señor Jesucristo
Que hermosura de poema dedicado a nuestro Senor Jesucristo.
ResponderBorrarGracias querida Ingrid.
Gracias querido Ricardo por visitar mis versos y dejarme tan hermoso comentario que aprecio mucho. Un abrazo.
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