PARA QUE NO SEA ETERNA MI TRISTEZA
Oh Dios, que estás tan lejos
y a la vez tan cerca...
tráeme la muerte,
mi aguijón dormido,
tráela pronto
y acércala a mi tristeza
para que no sea eterna.
El descanso se asemeja
a tus manos santas
lavadas en estanques
de aguas claras.
El descanso de la muerte,
es el olvido de las sombras;
es la luz de tus promesas.
Oh Dios, acércala a mi vera.
Tú que me amas tanto
en esta tarde,
acércame el silencio,
la quietud de las aguas
que mitiguen mi tristeza,
para que no sea eterna.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado
Señor Jesús
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