RENDICIÓN
Nada espero
ya Señor
de la quietud
de los caminos,
todo en ellos
se pierde
y nada
ha de volver.
Cae lenta
la tarde en mí,
y pesa mucho
tu silencio
y duele mucho más
vivir.
Te entrego
mi alma rota
vacía ya de versos,
te entrego
mi cansancio
de siempre atardecer,
pues sólo ya
me queda
la esperanza
de dormir
cobijada
en tus heridas.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado
Señor Jesús
Amiga me encantó este poema es bello!!!! cuanta nostalgia se siente en sus letras, conmueve el alma.
ResponderBorrarAbrazo Ingrid.
Gracias querida Myriam por engalanar con tu presencia este blog y dejarme tan bella respuesta que aprecio. Un abrazo grande.
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