DÁDIVA DE AMOR
Estoy en tus manos
Señor;
con mi verso herido
sobreviviré,
porque tú me has dado
este canto;
este eterno jardín
de palabras,
que fluyen en susurros
y se desbordan
como un río manso.
Se elevan
como alas de paloma,
y alcanzan
el vuelo de tu alma,
la vastedad de tus prados,
la inmensidad
de tu Espíritu.
Estoy en tus manos
Señor,
porque tú me has conocido
en mis palabras,
que como cintas
se entrelazan
entre tu ser y el mío.
No me detendré,
he dicho,
no me vencerán,
porque tu voz
se niega a morir
en mi voz.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado
Señor Jesucristo
De mi poemario
"El árbol invencible"
Derechos reservados
Safe Creative Cta. 1006080193112
Esa voz jamás se dejará de oír
ResponderBorrarPaz
Isaac
Es verdad Isaac, jamás se dejará de oir. Gracias por asomarte a mis versos y dejar tu amable respuesta. Bendiciones.
ResponderBorrarBonita plegaria, bonito canto
ResponderBorrarSaludos Cordiales.
Gracias José Antonio por recorrer mis versos y dejarme tu grata huella. Un cordial saludo.
ResponderBorrarEsa voz jamás dejará de ser oída
ResponderBorrarPaz
Isaac
Gracias Isaac por recorrer mis versos y dejarme tu grato comentario.
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